Esta noche es la famosa fiesta de halloween, ya sabéis esa en la que la gente se disfraza de payasos diabólicos, novias de boda muertas y cosas que dan mucho «yuyu».
Es una oportunidad para hacer de un día cotidiano, algo diferente.
A mi todo esto me ha llevado a la siguiente reflexión: y en nuestro día a día…¿cuántas máscaras nos ponemos?
Hay una ejercicio muy potente, en el que tienes que dibujar la máscara o el disfraz que sueles ponerte en tu día a día: víctima, niña buena, chulo de barrio, aburrido de la vida, fame fatale… y tienes que ponerte el folio en la cara e ir paseando con ella por la sala. El resto de compañeros hacen lo mismo y tu te sientes tan ridícula y tan avergonzada que por muchos folios que te pongas, no puedes ocultarte.
Justo ayer leí algo relacionado con nuestras sombras, concepto del que os hablaré más adelante. Hablaba de aceptar tantos tus luces como tus sombras porque en el momento en el que la abrazas, se calma. Todas y todos tenemos una parte oscura, una parte que no es agradable ni bien aceptada en la sociedad pero que forma parte de ti, de mi.
Como no es aceptada, ¿qué hacemos? ponernos una maravillosa máscara que nos permite de todo menos SER y que además, genera un dolor inimaginable.
En mi experiencia personal, yo he ocultado mi tristeza bajo una máscara, mi envidia, mi odio y mi rabia bajo otras.
«Hay que compartir», «tienes que ser educada», «Tienes que ser buena persona»…¿que ocurre cuando te pisotean? ¿Qué ocurre cuando de «tan bueno…tonto»?
Máscaras y más máscaras.
Te propongo una cosa, ¿que tal un día siento simplemente…tu? Quiero decir, no hace falta que lo primero que hagas es llamar a esa persona y decirle «que te den», o si…la verdad es que no se lo que realmente necesitas pero, intenta ser autenticamente tu, políticamente incorrecto e incorrecta.
Manifiesta que estás cansada, dile que sus bromas…cansan, deja de esperar que te rescaten (créeme,seguirás construyendo torres más altas en las que encerrarte), coméntale que estás hasta la p*lla y déjate VER. Esos son algunos consejos que amablemente puedo compartirte.
Mi máscara más dolorosa fue la de «la falsa felicidad», mostrarme continuamente contenta, continuamente amable y dispuesta a ayudar en todo momento. Esta máscara tiene la peculiaridad de atraer a los llamados y llamadas «chupocteros de energía», ¿que son? son personas que se acercan a ti con el objetivo de comer – te la energía y lo que les dejes. Dime por favor que te suenan…estoy segura que ahora mismo te estás riendo o estás poniendo una cara del tipo»¿queeeeé?».
Pero ojo, esas personas también llevan una bonita máscara, de otro tipo pero parecida a la tuya.
Y así vivimos en una carnaval continuo, con cierto episodios de Halloween de por medio.
Por suerte, ya me quité muchas de mis máscaras aunque no te voy a mentir, alguna me guardo porque desgraciadamente, la necesito para ciertas cosas. ¿Mi objetivo? dejar de necesitarla.
¿Y tu? ¿Vas a empezar a quitar máscaras?