Ya os he contado más de una vez que siempre utilizo mi experiencias, sentimientos y personalidad para explicaros otras realidades.
Últimamente no estoy tan bien como debería en el plano personal: es otoño, entramos en noviembre y comienzo a realizar mi balance del año.
Ha sido un año de bastantes revelaciones y en vez de llamarlos “ostias” o “batacazos” prefiero renombrarlos como aprendizajes.
Mi herida del corazón o herida emocional es la “traición”. No os puedo decir cuándo se produjo porque no lo sé con seguridad, pero la vida se encarga en colocarme, de vez en cuando, en situaciones en las que me siento traicionada.
Es como una pesadilla, se repite, no sé exactamente cuándo aparecerá, pero sé que lo hace.
Cuando me “siento traicionada” automáticamente genero un muro de más de 500 metros de alto y no permito que la persona que me ha traicionado entre y si sois como yo, ya sabréis que es (casi) imposible quitarlo.
(A veces) siento que no puedo confiar en nadie ni en nada, y mi sombra enseguida deambula sospechando y buscando como no ser atacada. Odie mi sombra, porque es lo contrario a mi luz: confiada, amorosa y comprensiva. Mi sombra por el contrario es desconfiada, envidiosa y manipuladora.
Y por poco que me guste, ambas me han llevado a SER lo que soy ahora.
Últimamente vuelvo a sentir dolor, ese dolor punzante y desgarrador que se clava en el pecho y apenas te permite respirar. Mis fantasmas regresan a recordarme cada una de las veces que me han hecho daño y el victimismo reaparece colocándome en una posición de “víctima de este mundo cruel”.
SER víctima implica no actuar, implica conformismo y un montón de m**rda que no ayuda.
Pero como os he dicho antes, esa no soy yo:
No soy víctima y tampoco verdugo.
Tomar la responsabilidad de mis actos y dejar de ser una niña.
Recordar que todo lo malo que hagas, regresa y ¡j*d*r si lo hace!
Hablar claro y bien alto: BASTA.
Alguien una vez me dijo que disfrutara de la mujer en la que me estaba convirtiendo y claro, disfrutar del camino cuando tienes unos valores y creencias determinados es como ir contra la corriente, a veces…cuesta. Estar orgullosa de los comportamientos de mi sombra, cuesta y cuando alguien se me cae del pedestal donde YO (y solo yo) la coloqué, cuesta.
PERO, ser fiel a tus valores y creencias me hace sentir tan bien. Dejar salir mi luz con personas que iluminan mi propio camino es tan bonito así como seguir creando pedestales porque en eso consiste (para mi) en vivir: en confiar, en arriesgar, en caer y volar, en llorar de rabia y también de felicidad. En valorar el perdón, en sentir el amor y en dejar ir el odio. En nacer y en morir.
Gracias por leer(me), en sentirte identificada o identificado. Te compartiré algo, el tiempo coloca todo en su lugar, sigue tu camino y sé paciente y sobre todo nunca te avergüences de SER tu. Abraza tu sombra, no dolerá tanto.
Ilustración de la gran Chiara Bautista.